viernes, 2 de septiembre de 2011

Anochece el Jueves Santo...


Anochece el Jueves Santo…
y vivo un momento esperado…

Puedo contemplar tu rostro y tu cuerpo ataviado por la ilusión y el develo que han ido tejiendo un manto de hojarasca y fino oro en terciopelo enlutado, que reposa en tu cabeza, y acoges en tus brazos como la señal del fervor y la fe, que desde siglos pasados, profesa por ti el pueblo que te recibe entre aplausos…
Madre…

Tu bondad resplandece como el oro que corona tu cabeza y que da forma al corazón que te hace tan nuestra… Corazón de siete puñales, de siete Dolores de una Madre que con sus manos recogerá con fino pañuelo de encaje las lagrimas que tus fieles derramarán por donde pases…

Señora… permíteme seguir a tu lado…

ANÓNIMO

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